El Rincón del VoX busca ser...

Un espacio ÚNICO e INIGUALABLE (en serio cabrones).

Que se distinga por ser Criticón, Cabrón, Castroso y por chingar la madre sin censura, a quien madres sea, sin distinción de Razas, Géneros, Nacos, Fresas, Políticos, Amigos, Cuates, Etc, Etc, Etc, Etc, Etc, Etc… Etc.
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sábado, 19 de abril de 2008

Una de Espantos!!!!



Hoy les quiero platicar de algo que es peor que una película de terror, si de esas que a pesar de saber que se trata de una película, sigue provocando escalofríos, sudores, sufrimiento, acojone y, sobre todo,… es para cagarse.

Sí, voy a hablar del retortijón. Aquel que no lo haya sufrido será uno de esos ignorantes que piensa que el peor dolor es el de muelas o el dolor del parto, o el de un tiro en el estómago, o el de un cólico a media noche, o incluso la tan socorrida patada en los huevos; el que sientes como si te despellejaran y te echan sal encima… sin embargo aquellos de ustedes que lo hayan sufrido saben de lo que hablo, y seguro que se les ponen los pelos como chayote sólo de pensar que puede ocurrir de nuevo en cualquier instante.

Porque lo peor del retortijón es que aparece por sorpresa y entonces sabes que estás perdido.

Imagina, es un sábado por la noche y estás con los amigos en un lugar de peda total; de repente, sientes que se mueven tus intestinos, un retortijón te hace doblarte de dolor y piensas ingenuamente “este dolor lo soluciono yo con un buen pedo”. Y te vas acercando disimuladamente a las bocinas para que la música sofoque el sonido de tu incontenible ventosidad, el lugar está hasta la re madre... y como no te puedes aislar del resto, tienes que elegir a una víctima… así que colocas tu espalda junto al wey aquel que guiñó el ojo a tu chica,… “Ahí va eso,¡Mamón!”.

Y …¡zas!.

Descubres horrorizado que tu pedo no era todo lo etéreo y gaseoso que deseabas, y tienes la seguridad que esa noche tampoco vas a tener sexo, pero esta vez es porque tú no lo deseas, porque por nada del mundo dejarías que tu novia viera el nuevo estampado de tus calzoncillos…. y lo peor de todo… sabes que has abierto brecha……

Tu pedo con sorpresa ha dejado el camino expedito (no es pedito) a todo lo que viene detrás. Y esto ya no hay quien lo pare. Y de repente sabes que en tu organismo se ha activado una bomba de tiempo y ha comenzado la fatídica cuenta atrás.

Inevitablemente va a estallar. DIEZ, NUEVE…. . Te hubiera gustado estar en un restaurante… o mejor aún … en tu propia y añorada casita. Pero la fatalidad ha querido que te encuentres en un bar de esos buenos pa agarrar el pedo (la borrachera pués), el tiempo es un factor critico y ya no puedes elegir.

Te encaminas al baño. Al llegar hay cola…. .SIETE, SEIS…. se te pasa por la cabeza la posibilidad de matarlos a todos. Decides que, al fin y al cabo, eres un hombre y que puedes aguantar un poco más… CINCO… Lloras, gimes, te pones de rodillas y suplicas que te dejen pasar, que es una auténtica urgencia, a vida o mierda.

Ignoras sus carcajadas y avanzas hasta conseguir meterte en el único cubículo que hay en el baño. La puerta carece de cerrojo, pero a tí eso ya poco te importa. Estás contento porque hay taza, en lugar de un mísero e inmundo agujero en el suelo.

Sin embargo empiezas a fijarte en los detalles.

Colocar tu culo sobre las salpicaduras que luce ese inodoro podría producirte una úlcera de glúteo, o al menos algún sarpullido. Se te ocurre la genialidad de que podrías cubrirla con papel higiénico y entonces descubres, con horror que, efectiva y tristemente, que no hay papel higiénico. Y recuerdas con rabia que el sabio y desinteresado consejo de tu madre de llevar un paquete de kleenex en el bolsillo no era tan ridículo como te había parecido hasta ese momento. De repente aparece un rayo de esperanza cuando recuerdas que guardaste unas cuantas servilletas de papel de servilletas del burguer king en una de las bolsas de tu pantalón.

¡Qué weyes tan cabrones esos gringos, mira que piensan en todo, o bueno casi en todo!. Con razón están en todo el mundo. TRES, DOS … las colocas rápidamente cubriendo la zona de sentado, pero al contacto con la taza las servilletas se disuelven y empiezas a pensar que aquello no es un baño y que aquel inodoro no fue amarillo en el principio de los tiempos.

UNO y… se acabó, no hay más tiempo, te bajas los pantalones en super chinga y desde una distancia razonable en la que tu vello púbico no corre el riesgo de teñirse de rubio apuntas con rapidez y…CERO.

AAAAAAAAAAHhhhhhhh….¡Qué gusto!…. eres feliz, ha sido como un orgasmo. La lástima es que no puedes relajarte y fumar un cigarrillo. Alguien golpea la puerta y la empuja, te das la vuelta para sujetarla con el culo procurando que tus pantalones no entren en contacto con ese suelo hábitat de sapos, culebrillas y seres uni y pluricelulares varios. Entonces contemplas el terrible panorama. Si Guillemo Tell hubiese tenido la misma puntería con el arco que tú con el culo posiblemente Guillermito, su hijo, el auténtico héroe del cuento, hubiera llevado toda su vida una protuberancia con forma de flecha en la frente.

Ya no quedan más servilletas en tus bolsillos.

Por cierto, ¡Ya podían fabricar las servilletas más grandes los yankees esos!. Sólo hay un modo de solucionar aquello…. sacrificar tus calcetines. Sí, son tus calcetines de la suerte, pero van a morir en acto de valor… . Así que te los quitas, te dispones a arreglar el desaguisado en la taza y una racha de aire fresco, te recuerda que lo primero es literalmente salvar tu culo.

No es que tengas un tarzanito colgando de los pelos, la familia numerosa de Chita cuelga en cada una de tus lianas. Y si no haces algo van a integrarse con tus pantalones. Así que lo primero es lo primero: Utilizas tu talismán de la suerte para tu higiene personal.

Respiras y la situación es la siguiente: la gente llamando a la puerta, la taza coronada con tu obra churrigueresca, tus calzoncillos olorosos sujetos entre el pulgar y el índice de tu mano derecha… .

Estás francamente sorprendido de tu habilidad para separar los dedos que no hacen la pinza de los calcetines.

Y ya sólo quieres salir huyendo de allí cuanto antes, entonces arrojas los calcetines en la taza, tiras de la cadena…. y cuando ves que la taza atascada se va a desbordar sales corriendo de allí sin dignarte a mirar a nadie a la cara, agarras a tu perpleja novia con la mano derecha y al salir a la calle sabes que a ese local tampoco vas a poder volver porque la has cagado… mejor dicho… porque lo has cagado.

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